jueves, 28 de octubre de 2010

Sobre la Participación de los Trabajadores en las Ganancias de las Firmas



Próximamente se discutirá en el Congreso de la Nación el proyecto de ley (nro. 6837-D-2010del diputado por el Frente Para la Victoria, Hector Recalde, cuyo objetivo reside en que los trabajadores participen de las ganancias de sus respectivas empresas. Como era de esperarse, la discusión se ha trasladado a la web. En este post haré una breve síntesis de varias contribuciones que considero importantes y, de paso, las aprovecharé para expresar mi opinión al respecto.


Lo primero que uno debiera hacer antes de emitir cualquier juicio sobre este proyecto es, obviamente, entender cómo impactará el mismo sobre el sistema de incentivos (tanto de las empresas como de los trabajadores), ya que sólo así se podrán conocer los efectos finales sobre los asalariados. Vayamos por partes:


    1) Lo propuesto por Recalde no es más que un impuesto sobre las ganancias común y corriente, solo que los recursos generados por el mismo irán directamente a los trabajadores de las mismas firmas y no al Tesoro Nacional. En consecuencia, el efecto del mismo es fácil de predecir. En el corto plazo, mientras el stock de capital de las firmas se mantenga inalterado, la demanda laboral de las mismas se mantendrá constante y no habrá (al menos por este lado) cambios en el nivel salarial. Esto se debe a que maximizar los beneficios antes de ganancias es lo mismo que maximizarlos después del pago del impuesto, en el sentido que los argumentos máximos no cambian. La cantidad de trabajo que maximiza Ti, donde Ti son los beneficios de las firmas, es la misma que maximiza t*Ti, donde t es uno menos la tasa del impuesto sobre 100, y esto se debe a que t es una constante. Intuitivamente, pensemos que podemos elegir dos niveles de trabajo, A y B, y los beneficios antes de impuestos asociados a los mismos son 1 y 2 respectivamente. En consecuencia, los beneficios posteriores al pago de impuestos serán t y 2t, por lo cual la elección óptima sigue siendo B. Si ahora nos enfocamos en el largo plazo, donde el nivel de capital con el que cuentan las firmas puede varias, el efecto será un menor nivel del mismo y, en consecuencia, dada la complementariedad entre el trabajo y el capital, menor demanda laboral y (ceteris paribus) menores salarios de equilibrio. Esto se debe a que gravar a los beneficios de la firma es equivalente a gravar el rendimiento del capital (ver el post de Emilio Espino en Foco Económico para un mayor detalle).    


    2) El mismo Recalde sostiene que el esquema propuesto por él aumentará la productividad de los trabajadores puesto que, al tener sus retribuciones atadas a los beneficios de la firma, los mismos tendrán mayores incentivos a esforzarse. Desde mi punto de vista, esta es una mera expresión de deseo. Dado que los beneficios de la firma se repartirán entre todos los trabajadores (y, es más, entre “no trabajadores” también), el beneficio extra para un trabajador de esforzarse más individualmente será mínimo y, en consecuencia, los incentivos a hacer un mayor esfuerzo serán extremadamente bajos (este punto también se encuentra discutido con mayor detalle en el Post de Emilio Espino). Más aun, si este tipo de contratos aumentará la productividad del trabajo en un grado suficiente como para que incluso las firmas salgan beneficiadas y así “derribar” lo expuesto en el punto uno, ¿por qué no existen voluntariamente? ¿Existe alguna falla de mercado? Como bien señala Guido Sandleris en su post en Foco Económico, si este fuera el caso, el proyecto de Recalde no es la forma adecuada de corregirla, ya que en ningún momento siquiera contempla qué impide que esos contratos existan.

Creo que ya estamos en condiciones de ir un poco más lejos y hacer un verdadero juicio sobre el proyecto en sí. En primer lugar, ahora que hemos visto que el mismo no propone otra cosa que un impuesto a las ganancias de las empresas que se repartirá entre sus mismos trabajadores (con lo cual los temores por una "cubanización" de la economía argentina no tienen ningún asidero), cabe preguntarse por qué no alcanzar a otros sectores (o por qué tanto para los trabajadores de las mismas firmas), como acertadamente hace Guido Sandleris en su post. A priori, el sistema de asignación de los nuevos ingresos es tan elemental que no parece ser muy eficiente.

Por otra parte, este mecanismo de transferencia casi automático hará que esta especie de gasto social sea muy pro-cíclico, lo cual me parece un desacierto desde todo punto de vista, tanto si uno piensa como un mecanismo estabilizador como si uno lo piensa como un mecanismo asegurador. Alguien podrá argumentar que este punto será más que compensado por el efecto “flexibilizador” que por lo visto algunos creen que tendrá esta política en el mercado laboral. Por ejemplo, Lucas Llach hizo un buen intento para explicar este efecto. Como hemos visto los determinantes de la demanda laboral en el corto plazo serán los mismos que sin este esquema propuesto por Recalde, por lo que el componente “flexible” de los salarios no tendrá ningún rol en ayudar a ajustar los salarios “efectivos”, porque la fracción de las ganancias que se llevan los trabajadores en el fondo es un gasto social. 


Concluyendo, hemos visto que el proyecto de en cuestión no es más que un impuesto a las ganancias con una peculiar forma de ser distribuido. Esto tiene varias implicancias. Por el lado de la distribución del mismo, la misma no parece ser muy eficiente desde el punto de vista macroeconómico o tener una justificación normativa muy profunda, sino ser más bien una muestra de una falta de comprensión de qué herramienta “re-distribuidora” se trata. Por el lado de las consecuencias del impuesto, en principio todo señalaría que los perjuicios que el mismo causará sobre la acumulación de capital son mayores que los beneficios (difíciles de sostener) que señalan sus impulsores. En consecuencia, la pregunta inmediata es si el gasto social que el mismo financiará superará a la caída de los salarios consecuencia de un menor stock de capital. La respuesta a esta pregunta es ambigua y difícil de contestar. Desde mi humilde opinión, el proyecto en cuestión no se justifica hoy en día, la prioridad debería ser mejorar el gasto público de baja calidad que tenemos actualmente. Este proyecto es una muestra de lo mal diseñadas que están las políticas sociales, es hora que dejemos de confundir estado con gasto público. Además, no nos olvidemos que el PBI argentino per cápita está muy debajo del de los países avanzados, es decir que solo con redistribución “no alcanza”, y gravar el capital no parece ser la mejor receta para fomentar el crecimiento.  

Fuentes:

Espino, E. "Participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas: Hector Recalde ídolo o qué?". Foco Económico.

Sandleris, G. "Participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas: los efectos de la mano invisible". Foco Económico.

Llach, Lucas. "Trabajadores con ganancias, neoliberalismo recargado". La ciencia maldita.